
2.1 Individuo y Comunidad
Ya hemos dicho que la sociedad es el resultado objetivo de la capacidad relacional de los individuos y que, por consiguiente, en ella estamos inmersos. La sociedad es el medio natural en el que se desenvuelve nuestra existencia. Analizaremos ahora algunas características relevantes de esa realidad subjetiva a la que nos referimos con el nombre de sociedad.
2.1.1 Primacía de uno y otra
La relación entre 1. El individuo y 2. La comunidad humana dentro de la cual se desarrolla, ha sido objeto de múltiples reflexiones desde la antigüedad. En este sentido nos dice Aristóteles: el hombre es un ser naturalmente sociable, y el que vive fuera de la sociedad por organización y no por efecto del azar, ciertamente es, o un ser degradado, o un ser superior.
La vinculación entre el humano y la comunidad en la que vive es tan estrecha que es difícil imaginar a uno sin el otro, ni siquiera en una situación motivada por el azar (el cual excluía Aristóteles) puesto que las habilidades del individuo para sobrevivir o guiarse han sido desarrolladlas por el contacto con la sociedad.
Es cierto que la sociedad es una agrupación de individuos, pero no a la manera de una suma de unidades, sino como partes que se articulan, por una compleja red de interrelaciones, en un todo. Como engranajes, que al girar uno hace girar a la maquinaria completa.
En la historia del pensamiento, con frecuencia se discute la supremacía del individuo o de la colectividad. Algunas corrientes han exaltado los valores individuales como componentes primarios de toda comunidad y, en consecuencia, preferentes (Posición Individualista) ; mientras que otras resaltan el hecho de que la sociedad es el todo orgánico del cual los individuos son solo partes y por tanto los fines individuales deben estar siempre supeditados a los del conjunto (Posición Colectivista u Orgánica).
Una tercera posición estima que no es posible ubicar a ninguno de los dos conceptos separadamente, ya que entre el individuo y la comunidad existe una relación dialéctica que impide conceder a cualquiera de los dos términos una posición preponderante. La comunidad solo es tal en virtud de la acción confinada de los individuos y estos no existen ni antes ni fuera de ella, sino por ella y dentro de ella.
Heller defiende esta postura afirmando: El Yo y la comunidad se originan y se mantienen únicamente en reciproca trabazón, coexistiendo y ayudándose. El individuo no puede ser aislado en ningún momento, ni puede ser considerado como una sustancia; pues solo en el intercambio con otros, despierto espiritualmente por su llamada y despertando, a su vez, a los demás, se hace individuo humano.
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