En la antigüedad la vida social constituía un núcleo en el que se mezclaban la religión, la cultura, la tradición, el poder, la economía, la función normativa, etc. No obstante, los observadores de esta compleja realidad social iniciaron, intelectualmente, un proceso de diferenciación cuya motivación principal era la comunicación de un ideal de perfección y armonía que rigiera la vida colectiva.
En esta empresa se inscribe el esfuerzo de Platón por racionalizar la vida social de su tiempo. A partir de observaciones a la realidad, proponía una serie de cambios y mejoras que sitúan su obra La República al borde de la utopía, a través de una concepción ideal de una comunidad gobernada por los más sabios.
Su discípulo Aristóteles se aproxima en mayor medida a la concepción actual de la ciencia política, mediante un método de observación y recuento de los fenómenos sociales que le permite transmitir a la posteridad las características de su época. En este sentido es celebre el estudio, que junto con sus discípulos, hizo de 158 constituciones de diferentes ciudades, tanto griegas como extranjeras. Este análisis de derecho comparado hace prácticamente a Aristóteles el fundador de la ciencia política entendida como un esfuerzo intelectual para comprender la realidad de los fenómenos políticos.
En la edad media predominan las explicaciones teológicas de la autoridad y es Santo Tomas el primero que, fundándose en los textos Aristotélicos, realiza un análisis de ciertas realidades políticas, pero siempre imbuido por un afán de orientación de la sociedad en la que estaba inmerso.
Maquiavelo Funda la ciencia política Moderna
Casi 300 años más tarde, Nicolás Maquiavelo se convierte en el fundador de la ciencia política moderna; se aparta de la tradición teológica y, mediante un análisis histórico, aporta categorías nuevas al pensamiento político. Lo original de Maquiavelo es que entiende a la política como un conjunto de relaciones humanas en las que es posible identificar tendencias constantes. En su obra Los discursos sobre la primera década de Tito Livio y El Príncipe, Maquiavelo realiza observaciones de hechos a partir de los cuales se propone dar consejo a los gobernantes de su tiempo. Maquiavelo asume así una labor analítica, pero al mismo tiempo, critica, que tiende a formular normas aplicables a su lugar y a su época. Hace observaciones psicológicas y sociales de gran valor; profundiza en las características de la naturaleza humana, y consigna los modos de comportamiento de los hombres, sin preocuparse por enjuiciar si son o no estas conductas las que debería de seguir. Pensador característico del renacimiento, vuelve a las fuentes de la antigüedad y, más que cuestionar, ignora la tradición religiosa que lo atribuía todo al designo de Dios.
En el siguiente siglo Juan Bodino, en Francia, y Tomas Hobbes, en Inglaterra, continúan la tradición de la ciencia política basada en las observaciones prácticas de las formas de comportamiento humano.
Bodino introduce la idea de la influencia del medio en la creación de instituciones sociales.
Tomas Hobbes da énfasis a las cuestiones psicológicas según las cuales todo hombre se caracteriza por su afán de poder.
Montesquieu, después del siglo XVIII, replantea con mayor profundidad el pensamiento de Bodino que entiende las realidades sociales como producto de múltiples fuerzas que constituye una totalidad.
La Sociología
En el siglo XIX aparece la sociología como un intento de ciencia autónoma bajo la egida de Augusto Comte. En un intento de la ciencia política de encontrar las leyes que rigen la conducta social, se disgrega y se pierde entre el estudio de la economía que aspira a convertirse en ciencia autónoma, casi natural; de la sociología, con su intento de globalización para explicar los términos sociales, y del derecho, como instrumento normativo de regulación básica de toda colectividad.
La ciencia Política
Apenas en el siglo XX resurge la ciencia política con un intento de vida independiente, busca su diferenciación con otras ciencias sociales que analizan el comportamiento de los hombres y que se desenvuelven de diversas maneras en distintos países.
En Estados Unidos se orienta hacia un estudio particularizado de los fenómenos del poder mediante el empleo de la técnica de las encuestas, la cuales pretenden fragmentar la realidad de la fenomenología del poder en parcelas sujetas a un proceso no solo de observación sino de cuantificación. Así mismo, se intenta aplicar modelos matemáticos para la explicación de los problemas sociales y se acude al conductismo (behaviorismo) como fórmula para explicar el todo político y social a través de particularidades.
En Europa se continúa la vieja tradición de confundir en un mismo esquema de pensamiento la observación de la realidad social con las propuestas de cambio, de mejora o de consolación que se estima conveniente. El siguiente paso es un intento de teorización, es decir, de explicación racional de los fenómenos observados, a la luz de hipótesis planteadas como instrumentos para dilucidarle sentido de cada fenómeno estudiado y en la actualidad se cuestiona esta tendencia mediante la incorporación de propósitos críticos que buscan modificar la realidad social a partir de resultados de la observación y la teorización. De este modo puede comprobarse que, desde que se generaron las primeras organizaciones sociales bajo un poder unificado, ha sido preocupación de un sector de la sociedad explicar las razones de la formación de estas unidades organizadas bajo un poder que excluye a otros, por lo menos formalmente, que el fenómeno del poder en la sociedad y la organización y de la organización de la misma a partir de dicho poder, ha estado permanentemente presente en el pensamiento de los hombres sin que hasta la fecha se haya podido delimitar su campo de precisión.
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